La salvaje violencia contra las brujas: el antiguo feminicidio que aún sucede en nuestros días
Pesar poco más que un ligero pájaro. Solo eso. Esa era la condición necesaria para salvarse de morir entre las llamas de una hoguera.
Por sencillo que pueda parecer superar tal umbral, en siglo XVI no era tan fácil convencer a una muchedumbre de que poseías esa condición si alguien te apuntaba con un dedo tembloroso y gritaba: ¡bruja!, ¡bruja!, ¡bruja!
Tan difícil debía de ser que muchas mujeres cruzaban Europa para llegar al pueblo holandés de Oudewater y probar que pesaban más que el aire. Allí las esperaba la prueba de la Heksenwaag: la balanza de las brujas.
La doctrina decía que las brujas podían volar porque, al carecer de alma, no tenían peso. Si al subir a la plataforma de madera el peso era normal, obtenían un certificado que descartaba su condición sobrenatural. Si no, habrían de enfrentarse a la sentencia de los llamados “juicios de Dios”.
Había otras balanzas, pero esta tenía cierta fama de imparcialidad. “Hay relatos de otros lugares en los que se manipulaba la balanza para que mostrara el ‘0’ en el cuadrante”, explica Marja Kingma, conservadora de las colecciones germánicas de la British Library, en un informe para dicha institución.